Cómo pelar una mandarina

-Arrancar la cáscara de cuajo. De esta manera, seguro salpica. Hasta puede obtenerse una semilla y algo de pulpa entre los dedos.

-Con delicadeza, ir quitando pedazos de cáscara. Intentar imitar la acción de desnudar una manzana con un cuchillo, siguiendo el contorno de la fruta a modo de espiral.

-Hacer un orificio arriba e, intentando dañarla lo menos posible, tratar de sacar el resto de la cáscara entera. Calar, dejar secar al sol y armar, junto al trozo retirado a modo de tapa, una pequeña caja para guardar secretos, dientes o flores secas.

-Hacerlo en un micro larga distancia, cuando atraviesa la noche, logrando así despertar a algún vecino de viaje, originando su mal humor.

-Realizar esta tarea en una terraza soleada, un día frío de principios de invierno. Oler la fruta entera y amontonar los pedazos de cáscara en un bowl de cerámica. Disfrutar del sabor ácido de cada gajo. Escupir las semillas con fuerza y sin segundos pensamientos.

-Hacerlo en un cuarto oscuro con tan sólo el resplandor de la pantalla del televisor encendido, un atardecer sombrío de fin de invierno. Si la cama está desarmada, mejor. Recordar que el árbol mandarino pronto florecerá y sus hojas verdes se salpicarán con pimpollos blancos. En lo posible, no lavarse las manos hasta la mañana siguiente.

-Quitar el primer trozo de la cáscara hundiendo el dedo en el centro, hasta el fondo. Hacerlo a orillas del mar.

-Quitar el primer trozo con los dientes. No es lo mismo morder una cáscara de mandarina que saborear la ralladura de una naranja dentro de una torta.

-Si el objetivo es no mancharse, hacerlo con guantes de látex. Separar los gajos y comerlos con cuchillo y tenedor, habiendo extraído previamente las semillas.

-Hacerlo distraidamente en un viaje en tren, en el asiento del lado de la ventanilla, concentrándose en el paisaje y no en próximas o previas despedidas.

-Decidir no pelar la mandarina. Introducirla con cáscara y todo en un extractor de jugos. Beber la pócima resultante sin agregar azúcar.

-Agradecer a la Madre Tierra. Pelar la fruta con cuidado y respeto y comerla saboreando cada rincón.

-Tomar tres mandarinas del cajón de frutas de la heladera o, en la calle, de la verdulería. Intentar realizar tres giros de malabares. La primera mandarina que caiga al piso, ésa es la que hay que comer.

 

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